escaso un kilómetro y casi sin enterarnos por estar bastante oculto, nos topamos con las ruinas de un sólido puente sobre el Sequillo que servía de paso al renqueante Tren Burra que circulaba desde Palencia a Villalón. ¡Qué pena da ver obras que se hicieron con el esfuerzo de nuestros antepasados y aún rezuman su sudor tan prontamente abandonadas¡

El cauce se bifurca hacia la izquierda envolviendo un pequeño lavajo que en invierno forma una charca endorreica, para tomar al poco tiempo su dirección natural. En este lugar el lecho del río tiene el menor desnivel de todo su curso.

Gatón de Campos Habitantes: 36 Superficie del término: 20,5 KM2. Altitud: 760 m.

Gatón nos sorprende con una bonita iglesia gótico mudéjar del siglo XVI dedicada a San Pedro y su magnífica torre que fue construida en tiempos de los Reyes Católicos y salvada de varios incendios por algunos milagros que se atribuyen a su patrona la Virgen de las Nieves. Pasa muy desapercibido un bonito reloj de sol que decora una de sus columnas.

Una calle nos indica con su nombre (Molillas) que podemos desviarnos unos tres kilómetros de la ruta marcada para acercarnos a un lugar que despobló la peste negra y donde algunos vecinos encontraron algún sarcófago y la pila bautismal, hoy conocido como la Fuente Molillas.

Deberemos atravesar el arroyo de los Templarios.

Regresamos de nuevo a retomar el cauce del Sequillo y proseguimos nuestra andadura hasta el próximo pueblo. El río se retuerce en la llanura, y de entre las espadañas y juncos salen apresuradamente algunas aves a nuestro paso. La monotonía del paisaje nos abstrae y hace recordar viejas historias y leyendas de este Rivo Sico como la del famoso dragón que atemorizaba a estas poblaciones y al que diera muerte un preso de Rioseco.

A nuestra izquierda unas paredejas y restos de una plantación nos indican el Teso de los Frailes donde existió un convento. Un poco más adelante, a unos dos kilómetros al Oeste del pueblo y junto al Arroyo de los Lobos, dejamos a nuestra derecha un depósito de agua donde queda el despoblado de Valparayso, que mantuvo una ermita titulada de Nuestra Señora de Valparayso al menos hasta el año 1678.

Sin quererlo y mientras recordamos estas pinceladas históricas de los despoblados de Campos, hemos llegado a Villabaruz.

Lo primero que nos saluda es la recientemente restaurada ermita de San Pelayo que debido al estado de ruina que presenta la iglesia parroquial se utiliza para la celebración del culto.

Los “Baru” son a los primeros señores a los que se relaciona con Villabaruz y que hicieran una épica resistencia al Moro Muza durante una de las campañas e incursiones desde “Al Andalus”. El Castillo de Baru se asentaba en el alto de las bodegas y bien podía ser uno de los muchos castillos o torretas de una red de fortificaciones que había junto al Sequillo. Posteriormente Villabaruz pasaría a ser posesión de Gutier Díaz, los Almirantes de Castilla y la Duquesa de Alba. Un arco que existe en una casa arruinada nos recuerda su pasado.

La iglesia de Nuestra Señora de la Calle del siglo XVI, destaca desde una pequeña eminencia sobre las casas del pueblo. Nos subimos sobre un montículo a las afueras del pueblo, donde hay una vieja aventadora abandonada, para ver mejor la parte posterior de la iglesia.

Proseguimos la ruta marcada con nuestro inseparable Sequillo a nuestros pies cuyo exiguo caudal nos hace impensable que fuera tan temido por los habitantes de esta zona por sus devastadoras riadas que asolaban cosechas y pueblos a su paso.

A mitad de camino entre Villabaruz y Tamariz descuella sobre el horizonte la ermita de Nuestra Señora del Castillo, que debe su nombre a una antigua fortificación que existió durante las guerras fronterizas castellano y leonesas.

Esta ermita del siglo XVI ha sido recientemente restaurada y edificado un nuevo campanario con el donativo de una devota. Fue causa de litigio frecuente entre Villabaruz y Tamariz.

Tamariz debe su nombre a un tipo de arbusto mimbrero que solo se daba en esta zona en los márgenes del río Sequillo y que dio fama a sus habitantes por su dedicación a la fabricación de escriños e hiciera famoso el refrán de: “Tamariz de los diablos, si te cayeras y aplastaras tras de ti a las escriñeras”.

El caserío se encuentra situado sobre un alto en cuya falda una serie de bodegas típicas, casi todas arruinadas, forman una bella estampa ante nuestros ojos.

Tamariz de Campos Habitantes: 38 Superficie del término: 106 KM2. Altitud: 753 m.

Durante las Merindades perteneció a las Condesas Doña Juana y Doña Blanca, para más tarde pasar a ser propiedad de los Almirantes de Castilla.

Callejeamos por las empinadas calles de Tamariz, descubriendo a nuestro paso varias casonas blasonadas que muestran la importancia que tuvo en otros tiempos, y un arruinado palacio donde se alojó en 1354 la reina Doña Leonor.

Nos volvemos a reencontrar con el Sequillo al que decimos adiós al cruzar el puente que nos conducirá a la Séptima esclusa del Canal de Castilla. Por un camino, aunque estrecho, muy bien asentado, nos vamos alejando de Tamariz de los diablos y a unos tres kilómetros nos detenemos en el pequeño observatorio que se ha instalado frente a la laguna para la contemplación de aves esteparias que aquí subsisten. Continuamos el camino que habíamos tomado en Tamariz y que nos conduce al bello paraje de la séptima esclusa del Canal de Castilla donde se encuentra una abandonada fábrica de harinas y la casa de esclusero.

El final de nuestro trayecto que había comenzado en Villafrades por las parvas del Río Sequillo termina en los caminos de sirga del Canal de Castilla. Acabamos la ruta con la bonita imagen que nos depara el acueducto sobre el Sequillo que permite el cruce del canal y la contemplación de la rica vegetación que hay en este oasis de campos de tierra seca y palomares.

Regreso a Rutas Trotamundo