Mi Pueblo
Cardenal Cisneros

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Un pueblo que durante siglos estuvo sometido a la tiranía de la potente abadía de los benedictinos de Sahagún y que frecuentemente es castigado por plagas, epidemias e inundaciones que arruinaban sus cosechas no se podía permitir grandes manjares gastronómicos. Leemos en algún legajo antiguo frases como: "los vecinos crían cerdos cebados a la mano y son para su consumo porque si los hubieran de comprar no pudieran por su pobreza" (año 1752), o "expuestos a ser víctimas del ambre que les devora, pues era público que muchos matrimonios con sus familias se pasaban 48 oras sin dealimentar y solo comen raíces y plantas" (año 1802), lo que nos da una idea de las penurias culinarias de nuestros antepasados.

matanza

La sociedad villafradeña, al igual que toda la terracampina en general, ha padecido durante siglos una carencia de los productos gastronómicos básicos que la hizo ser muy austera. La matanza del marrano y el mondongo casero suponía una buena reserva para las familias durante todo el año, y necesario para hacer la olla o cocido del labrador y los clásicos pucheros de lentejas o alubias cocinados en la lumbre o cocina de paja, que eran los manjares más nutritivos en esos tiempos en que se trabajaba duro y de sol a sol.

El pan ha sido también otro elemento fundamental no solo como alimento sino como fuente importante de economía. Se hizo cocina con las sobras del pan duro como las sopas o migas tan elogiadas por los segadores gallegos o parameses que se ajustaban para la siega. Las sopas de ajo, aceite, vino o leche eran frecuentes en la dieta culinaria.

También estaban presentes en la mesa los guisados de vaca y de las aves de corral como pollo, gallo o gallina y los de la caza silvestre como la perdiz y codorniz escabechadas, pero sin ninguna duda los palominos su plato por excelencia.

La oveja y sus derivados eran propios de esta villa a la que dieron fama, con el queso en sus diferentes especialidades (patamulo y cincho) y otros productos de los excedentes de la leche, como los famosos requesones, los recortes y el suero que aunque solía utilizarse para la alimentación del marrano, pero en épocas de austeridad era frecuente en la cena de los más ancianos migado en unas sopas.

boteros

En Villafrades por ser un pueblo de alta tradición religiosa, fue muy respetada la comida de la Cuaresma, destacando el potaje, el bacalao en salazón, y la ensalada de cuaresma, pero especialmente los típicos dulces de Pascua elaborados con sencillos ingredientes y manteca de cerdo, como orejuelas, torrijas, mariquitas, rosquillas, pastas, empiñonados, sequillos, morenos y las finas cagarretas, que eran auténticas delicias de esta repostería casera.

Solamente cuando se ven liberados de las ataduras a las que les sometía la recta abadía benedictina las gentes de Villafrades, aprovechando las viejas sendas abiertas por los antiguos arrieros, salen en desbandada y promocionan los productos de nuestra tierra y su gastronomía. Es sin duda la época de mayor esplendor de nuestro pueblo con el afloro de numerosas compañías de queseros, tenderos, comerciantes de telas y estameñas, cueros, embutidos e incluso banqueros. La gastronomía de la capital tenía el sello de nuestro pueblo en Boteros con Ladis y Amalia de figonera o casa Mateo.

Hoy que esta cocina tradicional ha pasado al olvido, hemos querido rendir un homenaje a nuestras guisonas que con la pobreza que da nuestra tierra y los pocos medios que disponían, consiguieron, con no poco ingenio y cariño hacer una cocina suculenta y sabrosa que sació el hambre de generaciones y fue elogiada no pocas veces por quienes nos visitaban.

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Villafrades de Campos

Ctra Palencia-León km 39
47606, Villafrades de Campos(Valladolid), Spain