Historias del sindicato...

Hay algunas cosas que nos distinguen a aquellos que gustamos de decirnos de Villafrades....quizá sea eso de "guapona" para alagar a esa sobrina linda, o que "trancamos" la puerta sólo por la noche, no sé, quizá sea eso de que las pacas son "alpacas" o que "enrojamos" en invierno para que no nos de un pasmo... Al menos ya no tenemos que usar las "albarcas" con las calles tan ricamente pavimentadas.

Pero nada nos reconoce tanto como el entender perfectamente lo que significa la frase "¡Tenemos sindi!". Esta frase marca al local, e incluso el "allegado" del foráneo como ninguna otra. El sindicato, o "sindi", es el centro social donde agolpamos muchos de nuestros buenos momentos y recuerdos, bailes, noches, campeonatos de tute, mús o brisca. El sindicato, ese lugar en el que se entraba "por el lado de la carretera", hasta que se arregló....y ¡vaya si se arregló!

El sindicato ahora luce un aspecto moderno como nunca, pero para todos y cada uno de nosotros sigue siendo "el sindi", y en él seguimos reconociendo el lugar de siempre, con esos sitios de siempre, el pozo, el cuarto de "dentro"...

A mi de aquella el Sindicato me parecía un lugar enorme, mucho más grande que ahora, con aquel cartel que nos decía cuales eran las normas de comportamiento decente. ¿Dónde estará ahora aquel cartel? ¿Aquel mostrador? ¿Aquellos hispanos?

Pero la nostalgia es un hada fastidiosa, nos hace recordar cosas que nuestra caja de pandora almacenó a su manera, quizá no hacía tanto calor las noches de Lunes, quizá el mostrador no era tan alto, quizá ni mi abuelo era tan alto y desgarbado...

Llevamos ya semanas que el sindi está abierto cuando vamos, que está siempre ahí Maxi con su amabilidad, su conversación alegre y campechana, y con su buen hacer, desde las tapas a esos lugumbas (o lubumbas) que algunos insistimos en beber, aunque ya casi nadie se acuerda de lo que son.

Y con Maxi han vuelto las veladas en el sindi, donde cuatro parroquianos de distinta edad y si me apuras hasta credo, se juntan a compartir historias y anécdotas, la mitad recordadas la mitad imaginadas. Historias para reír o para llorar, para recordar o para olvidar incluso, historias en definitiva para compartir, para aprender, para crecer. Esos filandones alrededor del hogar sin fuego de nuestro querido sindicato que si me permiten, intentaré seguir plasmando en pequeños textos y publicándolos aquí.

Y con esto me despido, pensando ya en el "Robaduros" o Catalina "La Garduña", o en Donteódulo que se llamaba en realidad Teódulo, en la ballena del sequillo o si me apuras....no, ¡esa historia no la pienso contar!