Tesoros de Tierra de Campos
Una ruta para descubrirlos
Villafrades de Campos, 23 de Septiembre de 2015. Montse Zorita. Fotos Inma García y Mercedes Barcenilla
Un jueves de junio, por la mañana, salimos de Valladolid camino de TIERRA DE CAMPOS. Una vez cruzados los montes Torozos, se desplegó ante nuestros ojos la llanura dorada e inabarcable de Tierra de Campos.
La primera parada fue en ABARCA DE CAMPOS. Entramos con buen pie pues fuimos a dar con Pedro Castro que marchaba al campo.
¡Qué buen guía fue Pedro ese día!
Allí también nos recibió serena e inmutable la torre mudéjar de la Iglesia parroquial. Y después la casa solariega y blasonada de la familia Osorio. El paso del tiempo lo marcaba impasible el Carrillón que ideara el francés_tierracampino Chapelet.
Pedro Castro, transformado en organista, nos regaló el sonido del magnífico órgano que en el siglo XVIII hiciera Tadeo Ortega. En Abarca la música alegra la vista y el oído, como diría Garcilaso del Tajo a su paso por Toledo.
Siguiendo nuestra ruta, llegamos a FUENTES DE NAVA. La luz del sol de Castilla bañaba su Plaza Mayor. Un vecino llamaba a voces a otro que la cruzaba apoyado en un andador. Viejos tesoros humanos conviviendo con tesoros arquitectónicos: La Iglesia de Santa María, cuyo grandioso artesonado mudéjar está ahora en restauración. Y la Iglesia de San Pedro, un homenaje al gótico-renacentista; su esbelta torre es conocida como la "Estrella de Campos".
Disfrutamos del retablo, también renacentista, en el que destaca la pintura del Santo Entierro de Alonso Berruguete, natural de estas tierras. Las capillas laterales invitaban a la reflexión; entre ellas, la del Deán que vino cargado de plata de América, muestra una rica colección de objetos religiosos de ese metal precioso. Pilar y Carmelo fueron en Fuentes nuestros generosos guías.
De nuevo en la carretera, cruzamos el Río Sequillo a la entrada de VILLAFRADES. Nos recibió el monumento al Húsar Tiburcio y su lema que representa el temple de los vecinos: Sí todos capitulan, yo no capitulo. El calor de las dos de la tarde, el olor de Tierra de Campos en la primavera avanzada, el zumbido de alguna mosca juguetona... y la comida en la tranquilidad de la casa y en compañía de amigas.
Todo daba al día la ilusión de viajar no sólo en el espacio, también en el tiempo. Después del reposo, paseo por el pueblo, la visita a la Iglesia y a la Virgen de Grijasalbas y los tesoros de sus retablos recién restaurados. El café en el "Sindicato" y la tertulia con residentes en la villa, amigos viejos y nuevos, trajo ecos de lejanas tierras y exóticas lenguas: la lengua búlgara y la lengua rusa. Castilla se deja fácilmente seducir por el ancho mundo.
Ancha es Castilla y llena de tesoros para quien sepa descubrirlos.
Anochecía cuando entrábamos en Valladolid.